El manto nevado que confiere al paisaje como un peso silente, transformando todo en otra realidad de movimientos lentos, medio embrujada. El pueblo desde lejos todavía parece más solitario, más desamparado, más perdido entre las montañas, quienes paradógicamente lo acunan y protegen. El día invita al recogimiento, la vida se hace en las cocinas. Es un día "pa facer ceniza". Si uno decidiera pasear entre sus casas sería capaz de descubrir de la manera más pura todos los registros que los sentidos pueden transmitir, empezando por el propio ruido de las pisadas y siguiendo por los olores que se escapan de todas las chimeneas.
Desde una curva de El Cotorudu aparece la parte alta, casi por sorpresa.
La Carrera y El Oteru, lugares de mi infancia tan llenos de recuerdos. Ahora, cuando veo estas imágenes, echo de menos a tanta gente, que lo que se representa es otra cosa. Ahora ya sé que todos los sitios van unidos a la gente que los puebla. Esa gente de mi infancia que era tan importante y que ya forman parte de mí y de mi visión del mundo, del pequeño y del grande.
El Oteru, siempre El Oteru.
Fuente: Francisco Poli Miguel, "Fran"
HERMOSAS FOTOS, FRAN!!!!
ResponderEliminarEL OTERU ES TAMBIÉN EL LUGAR DE LOS RELATOS QUE MI PADRE ME REGALÓ DESDE MI INFANCIA!!
SIEMPRE VOLVEMOS ALLÍ CON LOS RECUERDOS Y EL CORAZÓN!!
que lindo es ver donde nacio papa y que lindo que esta, mi prima , en el comentario anterior, te relata lo que mi tio le contaba y cuando se juntaba con papa , mi dios , horas y horas hablando de su caleao querido. ahora me parece verlos a los 2 caminando por su pueblo que jamas han olvidado
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