La tonada cautiva al auditorio. El ruiseñor de Langreo va desgranando temas acompañado a la gaita por Luis Bulnes, de Tuilla.Que la gaita estaba afinada "en do" y estaba muy alta, ningún problema para alguien que cuenta con semejante chorro de voz.
Quienes escuchamos, permanecemos atentos; El cantor pone lo mejor de sí mismo.
Luego se produce esa complicidad en la que el grupo se mete dentro de la tonada.Tobías, todo atención, no pierde detalle.Son momentos en los que todo acaba siendo uno.
La tonada sigue, se dirige a una persona en concreto. El interlocutor conoce la letra, la siente, se implica, se mete dentro del tema, lo siente como propio y se siente parte...Hay una comunicación exterior y otra interior; un doble diálogo.
Se siente poseído por el duende y entonces se produce el milagro: el interlocutor deja de estar en segundo plano, se arranca, ajeno a los años y a los pulmones gastados, seguro que con el agravante de muchos años de mina de carbón. Pero ya nada importa, el aire queda seducido por el esfuerzo y la emoción Y eso no es fácil contarlo. ¡Eso se vive!
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