No pude resistir la tentación de robar esta foto. Seguramente fue hecha por Fermín F. Corte y la vi publicada en un foro de amigos. Estamos delante de su casa, en El Gurugú en Caliao. Evidentemente todos sufrimos los estragos del tiempo, unos más que otros. Sólo el pequeño Carlos Rodríguez Isoba, tuvo la fortuna de crecer y hoy es un apuesto mozo de 22 años, con todo el vigor y la plenitud de los años. Podemos datarla en torno a 1997.
En el centro, y no es una metáfora, está el maestro Pelayo Portugal Prieto con su discurso habitual de gran narrador y todos los demás, atentos a lo que dice, sin perder ningún detalle. Es el Pelayo en estado puro, la camisa a lo legionario, en "coricies", con el "pitu" entre los dedos de la mano izquierda como si fuera una prolongación de la misma y la expresión tan campechana como para indicar que el mundo siga girando, que él tiene suficiente con ese momento. Hoy que tenemos que acostumbrarnos a su ausencia, nos resulta difícil porque era insustituible: Siempre el centro de atención, siempre cautivando al auditorio, siempre llevando sus narraciones al límite, hasta la duda razonable entre la realidad y la fantasía. Por eso era un contador de historias tan excepcional.
Los demás, de izquierda a derecha, Chema, en madreñes; Jaime Alonso, apoyado en el muro con los brazos cruzados; Pablo Miranda Portugal y yo mismo, también en "coricies y calzos de llana"¡Qué tiempos en los que había quién "filar"! Al fondo Carlos Rodríguez, que tendrá dos o tres años.
Viendo la vegetación del fondo y la ropa que traemos, intuyo que esto debía ser a finales del verano.
Carlos Rguez. |
Fuente: Fermín Fdez. Corte
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