Volvió a llegar la fiesta de Ricao a Caliao y volvió , como siempre, a marcar el final del verano. Como quiera que sea es una fiesta muy especial para los vecinos, al menos yo así lo creo porque sin duda para mí lo es.
En la familia de mi madre siempre gozó esta Virgen de mucha fe porque en la asegunda guerra carlista (1846-1849), mi tatarabuelo Indalecio Calvo cayó herido en Montjuïc en un brazo.Al parecer gritó: "Ay Virgen de Ricao, ampárame" y lo oyó un "coyán" de Llaíñes (Ladines. Lo escribo en asturiano porque mi madre siempre lo dijo así), que también estaba herido en una pierna, y supo que allí había uno de Caliao. Se vendaron mutuamente "con la falda la camisa" como tantas veces oí contar en casa de mio güela Aurelia y de aquella nació una amistad que habría de dudar a través de los años, de modo que mi madre y su prima Enedina todavía iban a castañas a Llaíñes y se quedaban a dormir en casa de esta familia.
Mi tatarabuelo hizo el viaje a Montjuïc (Barcelona) andando y de un preso de esa localidad trajo a la vuelta el juego de cartas "El rey Rufino" que algún día pondremos en estas páginas y que aún queda gente como Anita Gao que lo sabe de memoria.
La Virgen de Ricao, antes de salir de la iglesia para ir hasta su capilla.