MIO MADRE FILABA

17 de febrero de 2018

Aquella tarde mio madre filaba. Estábamos en la cocina y eran las postrimerías del mes de enero de 2012, el día 30 para ser exactos. La escena no debería tener nada de particular, pues se había repetido miles de veces a lo largo de los años. Sólo que aquel día yo la miré en silencio y me asaltó la certeza de estar viviendo un momento irrepetible. Sí, ya sé que todos lo son, solo que ahora tengo el convencimiento que unos lo son más que otros. Yo sabía que mio madre había dejado atrás los 85 años.  


Tal vez por esa razón, tal vez porque uno se resiste a que el tiempo ejecute sus designios inexcrutables y quiere sujetar los momentos en una imagen con la sana intención de retenerlos, lleno de tristeza me levanté, cogí mi cámara de fotos y me dispuse a retener aquel momento que tenía mucho de final del camino. Lo tenía todo: mio madre y mio padre en estado puro; el uno "ciscoliando col fueu" y la otra, tan positiva como siempre, filando en silencio, pensando en sus cosas.


Ahora que sucedió lo que yo temía entonces, miro la imagen y me resisto a verla en pasado. Acuden una y otra vez a mi cabeza, y por tantas razones, aquellos versos de A. García Calvo, capaces de expresar una realidad de una manera tan triste como cierta:

                          "Solo de lo negado canta el hombre,
sólo de lo perdido, 
    sólo de la añoranza, 
       siempre de lo mismo".


La madeja de hilos blancos, de lana recién lavada secando delante, mio padre con "los calzos" en los pies, igual que hacíamos mi hermano y yo, la funda que cubre el mullido del escañu tejida a ganchillo, al igual que la que ella tiene encima del tayuelu, porque era difícil verla parada.

VUELA D'UNA VEZ, RAPAZ. 1952

3 de febrero de 2018

Hace tiempo, me confió Marisa Poli Díaz una coplilla que, al igual que las dos imágenes anteriores, también hizo el viaje de Buenos Aires a Caliao. Habla del viaje de Avelino Armayor a su tierra y a su casa natal en 1952. Me lo confió por si algún día lo publicaba. Creo que es el momento.



Por si no se leyera con suficiente claridad, me he tomado la libertad de volver a escribirla:


                                     VUELA D’UNA VEZ, RAPAZ


En la despedida de Avelino Armayor,
con motivu de su vuelu a la tierrina.
                                                                 .

Allá po’l  añu… y tantos,
Del mil novecientos trenta,
Fice amistá con un mozu,
fabricante de morciella,
que viniera de Caleao
-anq?él  muy  “caliaetu” non yera-
Dispuestu, según me dixo,
a facer pronto l’América,
vendiendo carne de perru,
tal que si de gochu fuera.
Dalgún fizo la denuncia,  
en non sé qué dependencia,
y, por más que analizaron,
rompiéndose la mollera,
los químicos, de consumo,
dixeron que yera buena
la carne, y de gochos sanos;
y que , de perros …nin seña.
Item más: certificaron
que, otres pruebes de so cencia,
demostraron que sanaben
los enfermos de flaqueza
que comíen los chorizos
y morcielles sin receta.
 Yo barrunto que ’l casín
-que de pazguatu non peca-
fizo correr esa bola
de que facía l’América
vendiendo carne de perru,
como si de gochu fuera,
pa reíse de la xente
cuando supiera la treta.

Y basta ya d’humorismu,
y  vamos a  cosa seria:
Si nuestru amigu Armayor
non llogró facer l’América,
a fuerza de trabayar
y, de ser honráu a fuerza,
llogró siempre dir p’adelante
y aforrar, sin facer dieta,
p’esnalar  -con ales d’otru-
hacia la añorada tierra,
p’abrazar a quien lu aguarda
con les ansies d’otra época
(Agora sí que ye cierto
Que-y lu lleva la cigüeña…)

¡Vuela d’una vez rapaz
y  que la topes muy buena,
derechina como un árbol,
y como una fonte fresca,
pa que al sentite neñín,
por un momentín siquiera,
ella goce, imaxinándose
que ta quies dormite’n ella!
¡Vuela d’una vez, rapaz,
y de nuestra parte lleva-y
un abrazu. ¡Y hasta lluegu!,
pos lluegu será la vuelta.
SAMUEL VILLANUEVA

                                                            27 de septiembre de 1952

 Nota:Se han hecho algunas correcciones del original,muy pocas, y están en letra cursiva. 










VUELTA A CASA (II)

2 de febrero de 2018

A los de Caliao nos criaron escuchando aquel viejo dicho que da en afirmar que "no hay peor desgracia que nacer en mala tierra".Lo oímos tantas veces, que ya lo asumimos con la misma naturalidad con la que respiramos. Luego, los que tuvimos la necesidad de salir, pudimos comprobarlo en carne propia. Pero nadie como los emigrantes para poder hablar de este sentimiento, cuando aquel viaje que se hizo para hacer fortuna  y volver, acabó siendo definitivo, encontrando otra tierra de acogida. Algunos, con más suerte, han podido volver  en algunas ocasiones; otros en cambio, no pudieron volver nunca y han muerto con ese sentimiento en el alma. Yo los he visto volver y patear estas montañas, ir a beber a esas fuentes lejanas para saciar mucho más que la sed, con la misma fe con la que se toma una medicina. En el fondo no dejaba de ser una medicina para el alma.
Por eso al ver una foto como esta, uno entiende esa necesidad de juntarse los del  pueblo para comer,  hacer patria, hablar de sus cosas, de aquel Caliao lejano y eterno que habitaba en todas las esquinas de su corazón y renovar esos vínculos de amistad, con la misma motivación con la que los religiosos renuevan sus votos. Matar la soledad, en definitiva. 
Por eso ver imágenes como ésta  tantos años después acaba reconfortando a todos los que pudimos conocerlos o en el menor de los casos, haber oído cosas de su vida, de modo que podemos encontrar en cada uno, a uno de los nuestros.


Los presentes son, empezando por los que están de pie y de izquierda a derecha, Juanín el de Ana María la de El Campanariu con "el pitu" en la boca; Pepe el de Antón  Gonzalo, el de José el de Santos y Rosalía; su primo Juan Ramón Gonzalo, el de Santos y Juana; ¿?; ¿?; Ramón Calvo, el de Petronila, que rodea con sus brazos a un compatriota en un gesto de amistad; ¿? poniendo el alma en su canción, quién sabe si no será una tonada, que todo el grupo celebra; ¿? que está detrás, Secundino Calvo Fernández, hermano de Raimundo y casado con Aurina la de Manolina Vega y ¿?, que está en primer plano por la derecha.
Agachado con una sonrisa de felicidad, está Benito Flores Poli, con la misma estampa con la que yo lo tengo en mis recuerdos y , finalmente, sentado en el suelo y cantando a todo pulmón está Benigno Fernández, el hijo de Manolina Vega y amigo de la infancia de mi padre. Ambos se "amontaben de la escuela" en lo que era la casa rectoral vieja de Caliao, hasta que el maestro -creo quera Toribio Calvo- notificó su ausencia. Tiene en la mano una botella litro (ahora se fabrican más pequeñas) de coñac español de la marca "Fundador", de Pedro Domecq, cuyas bodegas están  en Jerez de la Frontera (Cádiz) y que fue muy popular en los años 70.

Nota: Igual hay errores en la identificación de las personas.
 Fuente: Foto cedida por Ana María Fernández Ruiz

VUELTA A CASA

29 de enero de 2018

Después de los años que han pasado, supongo que hablar desde Caliao de aquellos que un día pisaron sus caminos y emigraron con la idea de hacer fortuna y volver  como hombres nuevos a la tierra de sus ancestros, como triunfadores, como hombres que se habían forjado un futuro brillante, profetas entre los suyos, sea razonable. Si esto se hace tomando como base unas imágenes suyas en ese Buenos Aires que ejerció como tierra de acogida y promisión, supongo que sea una manera de traerlos definitivamente a casa. La memoria de los de mi generación , así como la de las generaciones anteriores están pobladas de referencias de ese anhelo por volver que muchos no lograron realizar. 


Sentados y de izquierda a derecha Laudino Fernández Vega, ¿?, Emilio Piñera Aladro, Antón Gonzalo González, su sobrino Juan Ramón Gonzalo Sánchez, Juanín el de Ana María?, ¿?, Abelardo Portugal (descansa en el cementerio de Caliao) y ¿?.
De pie, Pepe el de Antón (José Gonzalo), Antonio Calvo Cabeza?, Severino Poli Calvo, Pepe Calvo (padre de Mª del Carmen Calvo y esposo de Feliciana Glez., tía de Angelita la de Julio), ¿?, Amaro el de Antón (Amaro Gonzalo), Juan Manuel Calvo Durán (descansa en el cementerio de Caliao), Óscar Fernández Calvo, ¿?, ¿?, Pelayo Aladro, ¿?, Benito Flores Poli Miguel, Juan de la Cruz Poli Calvo y Benigno Fernández Vega, el hermano de Laudino y padre de mi amiga Ana María Fernández Ruiz, hijos de Manolina Vega.
Recuerdo los dos últimos que emigraron a Buenos Aires: Antón el de José el de Santos y Antona. 
Cuando lo hizo Antón yo tenía 5 o 6 años. Me acuerdo perfectamente porque había regalado un reloj de bolso, un "Roskopf Patent" de aquellos antiguos, a mi primo Antonio Aladro  (El hijo de mio tiu Patricio ) y aquello era el no va más para unos nenos con una infancia sin juguetes. Entonces era así, no los tenía nadie. En ese sentido eran unos tiempos muy igualitarios. Luego supe que pasó su última noche en Caliao en casa de su sobrino Bienvenido Gonzalo junto a su esposa Águeda y que pasó la noche llorando. No hay nada más que añadir. Mi madre siempre me habló mucho de él y muy bien. Lo quería mucho, tanto como  admiraba su inteligencia y su facilidad para buscar la palabra perfecta cuando tenía que encontrar una respuesta.Su padre ya lo sabía cuando lo detuvieron en aquella guerra civil tan atroz y que abrió tantas heridas, cuando afirmó: "Si lu dexen hablar non lu afusilen" y en aquella época fusilaban a un hombre por menos de que cante un gallo. Mio madre convivió mucho con él y con sus hijos en el monte, en la mayada de La Robre y en Rielartu, donde según él mismo contaba: "Con ca sabanáu que traía bebía un sorbu vinu y a lo últimu ya non sabía si sabaniaba o qué facía". Mi hermano Arturo y yo solíamos recordarlo y decir lo mismo cuando "sabaníabamos".
También me hablaba mucho de él su hermano Pepe, mi añorado Pepe el de Rosalía, que también lo adoraba y que  cada vez que hablaba de él acababa llorando. Me contaba que habían dormido en el horru (hoy ya ha caído) hasta que Antón se casó.
De Antona recuerdo su cara, su casa encima de la Cabiana de Rozaqué y aquella cabra pinta  que tenía y que recuerdo atada en la sebe de La Pradana y en les sebes de Cortines. Luego alguin me refirió que "si hobiera habíu un senderu pa volver, hobiera vueltu andando". Era muy mayor para emigrar y lo tuvo que pasar muy mal.

Fuente: Foto cedida por Ana María Fernández Ruiz