Imagen entrañable de Consuelo Fernández y sus hijas Josefa e Isabel.
Todo lo que me han contado de Consuelo, hacen que su figura se haga cada vez más grande. Cuando no había nada por las casas después de la guerra, prestó a "mio güela Aurelia un copín de maíz pa sembrar". Eso es generosidad con letras mayúsculas. Y luego, todo lo que oí después fueron alabanzas. "Era una bona muyer", según sentencia de los de Caliao.
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