Como todos los años, por la Fiesta del Ballarte -que se celebra en El Barru, un barrio de Campo de Caso-, se reúnen en una comida de confraternidad los quintos de 1978, es decir los nacidos veinte años antes, en el año 1958. Hasta la fecha siempre nos reunimos en lo de Avelino, en Linares y como la cosa siempre salió a gusto de los comensales nadie esgrimió la posibilidad de cambiar. Es una tarde medio mágica porque desde que se empezó a hablar de un mundo global, las relaciones humanas han cambiado, por más que estemos en los confines del mundo. Digo esto porque antes, como la gente se movía poco, se veían en todas las fiestas o en todas las ferias. Ahora, como cada uno vive en un sitio y trabaja en otro, se hace difícil coincidir y esta se nos antoja una disculpa tan buena como cualquier otra o tal vez mejor, para verse y reunirse y compartir. Sí digo bien , compartir recuerdos, añorar personas, proyectar anhelos y en definitiva fabricar sueños que tal vez no se cumplan nunca, siempre deseándonos lo mejor...y , como siempre conjurarnos para hacer lo posible para volver a reunirnos el año próximo.
El menú es siempre el mismo: criollos asaos, corderu a la estaca, ensalada, postres, café y chupitos. Hasta quedar como generales.
Florentino, el de Félix y Conce, un amigo de La Felguerina, conocedor y experto en el oficio, fue el encargado de pasar un "atragantón" junto al fuego para que no nos faltara de nada.
Recuerdan aquella canción:
"Con humo se aleja la abeja,
con humo se saca la miel..."
Aquí lo mismo calor y ese humo de la leña de haya capaz de darle a la carne ese aroma mágico sin que le pese. La carne en su punto, jugosa y que se desprenda del hueso.
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