Ha pasado el tiempo. Las niñas de ayer han crecido y posan con su abuelo en el portal de casa. Todo el cariño para el abuelo y éste orgulloso y encantado con ellas. Claro que el cariño, al desnudo, se forja en la fragua del roce, del contacto y de la convivencia de tantos veranos; de tantos fines de semana. Cuando los güelos participan activamente en la crianza de los nietos, ver escenas como esta es lo natural y lo lógico. Uno entiende que, en la medida de lo posible, la vida debería ser así. Y no me detengo a hablar de la transmisión de valores culturales, que merecería todo un capítulo.
Son Angelines la de Raquel, Juan de Jesusa y Mª José la de Jesusa.
Fuente: Jesusa Alonso
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