Como ya he señalado anteriormente, la fiesta de Ricao, más concretamente la misa en la ermita del mismo nombre, no deja indiferente a nadie de mi familia materna. El año pasado, adelantándome a la procesión, saqué muchas fotos a mi madre y a mi madrina que vinieron andando. Lo hicieron delante porque tenían miedo de no aguantar el ritmo de la gente e incluso tenían miedo de no llegar Lo hice muy a su pesar porque, quien sabe por qué razones, las dos hermanas le tienen fobia a las fotos. Debe ser algo genético porque ya le pasaba lo mismo a Tía Juliana.No obstante, quise persistir en el empeño a sabiendas de que con 85 años, alguno iba a ser el último. Este año en cambio, ninguna de las dos hizo el camino andando. Mi madre sólo faltó a esa cita el día que me parió a mí y este año, por razones obvias. Mi madrina Serafina, en cambio fue fiel a la cita. Era una cuestión de fe. En principio no quería que le sacara ninguna foto, pero como dice M. Corleone en "El Padrino", tuve que hacerle una oferta que no pudo rechazar.¡Gracias , madrina! Si algo me parece tierno y con enorme fuerza es esta imagen, la de alguien que va con fe y esperaque alguien le abra la puerta del santuario para sentarse dentro. "Di-yos que venga daquien a abrime la puerte"-me dijo. No encontré a nadie y supongo que haya tenido que esperar que la procesión llegara a la ermita.
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