Todo lo que existe está sujeto a cambios. Afirmar esto no es ninguna novedad, pues ya estaba escrito por los filósofos griegos en su "Panta rei". Y supongo que los cambios se sucedan en dos direcciones: una que hable de los cambios físicos y otra de la percepción de los mismos que ya tiene que ver con los ojos del que mira.Y que también es cambiante, determinada por sensaciones y experiencias previas.
En cualquier caso, poco podía imaginarme yo, que cuando hice aquellas fotos en marzo del año 1999, los cambios iban a ser tan profundos.
Sabe Dios los años que la quintana de Llamapodre aguantó los envites del tiempo, sin mayores cambios que no fueran sufrir el desgaste de los años. Ahora en cambio la mano del hombre le dio un vuelco a su fisonomía, pasando de aquella arquitectura primaria a la modernidad sin pasos previos.
Esta es la imagen de aquel tiempo que se cobija en mi retina. Yo subía "pa Pena Barrera peles güertes" y me paraba con José el de Andreína, que me contaba historias, que acababan en el enfado hasta la blasfemia cuando llegaba a aquella "paliza" que le dieron cuando la guerra civil ("Tovía echo sangre pel cursu..."-me contaba), de sus experiencias como "ferraor" en la guerra...
Como todos los paisajes que son significativos, acaban estando poblados por gente:
Sinda, Catalina, Florinda, José, Secundino, Manuel, Milia y Vicenta, detrás...
"Les cortes de Llamapodre, con El Cotorudu al fondo"
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