Ofuscados, escondidos entre la niebla y las flores silentes del manzano, las miradas cotidianas se agazapan sin prisa resguardándose del "orbayu" pertinaz que lo va empapando todo. Los paisajes se aclaran y se desdibujan como en un juego de luces y sombras, como si alguien estuviera moviendo las piezas del rompecabezas de manera continua, ofreciendo a los ojos miradas nuevas a cada instante.
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