Esta es un de esas cosas que tienen su propia historia. Crecí oyendo hablar de ella y hace muchos años, en el geriátrico de Pola de Laviana, cuando Emilia Gonzalo González andaba porlos últimos años de su vida y ya hablaba poco, para animarla a hacerlo y sabedor de su fe inquebrantable le pedí que me dijera la oración de san Antonio, más para que me oyera hablar a mí que con la esperanza de que pudiera hacerlo. Para mi sorpresa, a sus noventa y muchos años, comenzó a decirla y me faltó tiempo para pedir un papel y copiarla. La pasé a limpio cuando llegué a casa y la guardé. Cuando quise buscarla ya no recordaba dónde estaba. Ahora sucedió que encontré el comienzo escrito por mi madre en un cuaderno, con su caligrafía familiar e incluso con sus faltas y, tanto me picó la curiosidad que fui a ver a Anita Alonso Gao y pude completarla. Ahora quiero ponerla aquí, después de que ella me la dictara de memoria. Me contaba que la rezaba todos los días.
Supuesto que a San Antonio
una devota le suplica
haga público y sonoro
una de las maravillas
que Dios ha dado con él
en el tiempo de su vida.
Estando en carne mortal
quien es el que no se admira
que en Italia en un sermón,
explicando la doctrina,
le fue por Dios revelado
que en Lisboa el mismo día,
por un falso testimonio,
a su padre le ajustician.
Pero, oh prodigio, oh milagro,
sin ser persona divina,
el hallarse al mismo tiempo
en dos partes tan distintas
como Italia y Portugal
para probar la mentira
y libertar a su padre
del poder de la justicia,
sin hacer en el sermón
una falta conocida.
Ruégote glorioso santo
pues ya que tienes la dicha
y gracia de hacer milagros,
me libréis en este día
de los falsos testimonios
y de malas compañías;
de los lazos del demonio
de su astucia y sus malicias.
Y libréis a mis ganados
de animales de rapiña
y de todo mal encuentro
que de perjuicio les sirvan.
Mis frutos y mis cosechas
de tempestades malignas;
de todo animal nocivo
que pueda disminuirlas.
Si a honra de Dios conviene
aprovechar el alma mía
os ofrezco en alabanza
repetirla cada día
y rezar un Padre Nuestro
con Gloria y Ave María.
Fuente: Anita Alonso Gao, 83 años, Caliao
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