EN CAE MARÍA Y DAVID. CALIAO 1989

30 de diciembre de 2017


Vi esta foto y me gustó tanto que no pude resistir la tentación de pedírsela a Merce. Es la cocina de la casa de su madre. 
En la imagen están David con su nieto Quili, María y Merce. El encanto reside en que es un buen ejemplo de lo que era una cocina de la época: los azulejos blancos y cuadrados, la radio en el lugar donde hoy está la televisión, las cosas puestas en "la trébede", ellos sentados en un "escañu"...
Y lo más importante, la gente. Para los de mi generación, la imagen de María y David que guardamos en la memoria es ésta. Y es entrañable.

Fuente: Merce González.

SOLSTICIO 2013


Me gusta mucho esta foto y sin embargo, me faltan las palabras para hablar sobre ella. Son José Díaz, Monchu Calvo y Arturo Aladro, mi hermano.
Aquel día de diciembre de 2013, no recuerdo con exactitud cuál era, habíamos ido juntos Arturo, Rosa Pilar y yo, en coche hasta Les Cases de Baxu, y luego cabián arriba hasta Loncín. LLegamos a punto de comenzar el concierto de Solsticio 2013. La mañana estaba fría, con algo de nieve en el prau. A los músicos les costó el final cuando las manos acusaban la temperatura del ambiente. Fue una hermosa experiencia confraternizar con un montón de amigos en un paisaje privilegiado y disfrutar de la música sinfónica como si estuviéramos sumergidos en el sueño de un sueño.
Mirar ahora esta foto, es no creerse que todo haya cambiado tanto, que la partitura que la vida nos tenía preparada para interpretar contuviera pasajes tan duros y la tuviéramos que interpretar nosotros.
Permanece la montaña, atesorando el alma de los que transitan por estos valles, manteniendo imperecedero el privilegio de ver amanecer cada mañana, recoger los primeros rayos de sol cuando hay sol, y ver cómo la vida se pone en funcionamiento.¡Qué paradoja!
La misma montaña por donde van las águilas, la que sabe de nosotros, como nosotros sabemos de ella. La montaña que protege y da sentido a esta tierra.Nos queda la montaña, los paisajes de lo vivido. los recuerdos.
Cuando Fran ha visto la entrada, precisa que la fecha era el 21 de diciembre, I Solsticio de Invierno. Pienso en la  paradoja de la noche más larga y lo que eso puede llegar a esconder.

Imagen : Fuente Francisco Poli.

UNA IMAGEN DE CALIAO. 1970

25 de diciembre de 2017


Me manda Carmen García esta imagen que su hijo Pablo sacó de Facebook. Su autor es José Ramón Lueje (1903-1981) uno de los más grandes estudiosos de la montaña asturiana. Sus libros y su legado fotográfico hablan por sí solos del personaje.La de veces que habré tenido yo libros suyos en mis manos, estando fuera, y buscando  en cambio una palabra o una imagen que confirmaran que Caliao formaba parte del mundo. Me tocó crecer como el resto, dando sentido a aquel refrán tan celebrado que indicaba que "no  hay mayor desgracia que nacer en mala tierra".
La imagen tiene una fuerza portentosa. Expresa en sí misma un final de ciclo, pues las primeras nieves, tal vez octubre o noviembre, obligan a bajar el ganado del puerto. A la vez es el comienzo de otro ciclo, que se escenifica con las primeras casas del pueblo, Caliao, con la casa de Catalina Aladro habitada y con las sábanas secando al aire. A la vez refleja de manera rotunda los estertores de un modo de vida. Seguirá habiendo ganadería, pero será de otra manera. Esto es el final de un modo de vida tradicional que supo vivir y convivir con el paisaje. Tal vez por eso sea una foto con alma; con el alma de esta tierra, que es la mía, que es la nuestra.
Intuyo que quien va en la mula es Juan Luis Aladro.
Espero que desde donde esté J. R. Lueje, me permita tomar prestada su imagen con el único ánimo de darle un poco de aliento y en la medida de mis pobres posibilidades, darle las gracias por dedicar su vida a investigar el paisaje y el paisanaje de nuestra tierra. Sea cual sea el medio, mientras una imagen esté presente en los ojos de la gente, estará llena de vida por más que haya pasado el tiempo.

Fuente: José Ramón Lueje

ANTONIO BLANCO GONZÁLEZ




Aunque su nombre era Antonio Blanco González, para los lugareños era Antonio el de Gerardo. Vivía en La Infiesta (La Felguerina) y el lunes 18 de diciembre nos tocó despedirlo. Siempre me quiso y yo siempre lo quise a él, supongo que porque crecí viéndolo "andar a l'herba" en el Colláu, detrás de El Cau. 
Lo mismo que él a nosotros.
Hablo de otros tiempos en los que la compañía visual de los otros formaba parte del paisaje, mientras se trabajaba y se encontraban por los caminos y se oía a la gente cantar por los sitios y no había esa sensación de soledad que hay ahora.Esa compañía visual era muy importante. Quién lo vivió lo sabe.
Antonio era una persona muy generosa, pero muy particular. Siempre inmaculado, sin un pelo fuera de lugar, no le gustaba que nadie le hiciera favores porque quería devolverlos doblados y lo hacía. 
Hace muchos años, en una feria de octubre en Casu, yo andaba por lo de la artesanía y estaba viendo "les cuyares de maera". Antonio se acercó a mí y me preguntó si me gustaban. 
-Home, sí, le conteste. A los que somos muy manibardos, siempre mos gustó lo que fuerguen los que saben.
-Pues tengo de traete yo una cuyar.
Pese a mis protestas lo hizo y no me trajo una, sino dos. Me las llevó a un entierro en Buspriz, al que los dos fuimos sin encontrarnos y me las volvió a llevar a otro en Caliao. Cuando sacó del bolso de la chaqueta semejante joya, yo no daba crédito. Se lo agradecí tanto porque aquello era algo extraordinario.
Un día se las enseñé a mi padre y vi como las miraba en silencio, les daba vueltas, posaba una y cogía otra y así durante un largo rato. Al final acertó a decir: "Bueno, non sé dicer cuala está meyor fecha".
Son las cucharas que encabezan estas líneas. Son como para la miel .
En mi infancia, "en cae mio güela había una cuyar de la miel" que utilizaban todos directamente, cuando se tomaba "una cuyarada de miel como melecina". Lo mismo que el vaso de la sidra. Ni con la "cuyar de la miel", ni con el vaso de la sidra sé de casos de contagios. Eran "cuyares muy dibujaes" como estes.
Yo por aquel entonces no sabía del enorme talento que Antonio atesoraba para la talla de la madera. Pero en una ocasión en que le comenté mi admiración a un amigo que lo conocía bien, supo decirme:
-"Antonio fuerga les reyes de un portelleru de azáu y naide diz que non son de sierra". Creo que no se puede decir más con menos palabras.
Se nos fue Antonio y a mí se me fue un amigo al que voy a echar de menos, con la misma figura de siempre, con su chaqueta y su cayáu y el peinado como recién salido del baño.
Descanse en paz.