Después de las campanadas, del ritual de las uvas de la suerte, de los brindis y de los buenos deseos, salimos afuera a contemplar la noche y las estrellas...
Ya bien avanzada la noche hicimos nuestra particular San Silvestre dando una vuelta por el pueblo. No se veía ni un alma, pero en cambio las estrellas constituían todo un espectáculo; incluso algunos vieron estrellas fugaces y formularon sus deseos con expectativas de cumplirse. Cómo no recordar en esos momentos los versos del poema número 20 de P. Neruda:
...Escibir por ejemplo: "La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos".
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
La San Silvestre a su paso por El Oteru.
¡Que no decaiga!
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