JOSÉ RODIL

25 de enero de 2013

José Rodil es el último de una hermandad que se dedicó a la fabricación artesana de navajas y cuchillos de Taramundi. En la actualidad, es el que queda en el oficio, pues el río que nos lleva, fue exigiendo su tributo y fue llevando a sus hermanos. De José Rodil fue la primera navaja que tuve con asiduidad en el bolsillo del pantalón. Había sido un regalo y tuvo el destino que suelen tener las navajas: La perdí en La Robriella, estando de acampada allí con unos amigos.De esto hace mucho tiempo.
 Años después tuve la oportunidad de conocerlo en su taller de Conforto (Lugo) y posteriormente conocer también a su hijo José María.Todo sigue como siempre, ajeno a los cambios.

José Rodil, con su hijo José María Rodil Arruñada, en su taller de Conforto (Lugo)

VENANCIO RODIL
Mantuve muy buena relación con su hermano Venancio, del que tengo algunos trabajos que en honor a la verdad, más que una obra de artesanía, siempre me parecieron un acto de amor. Tenía graves dificultades de visión y me decía su vecino Antonio Díaz (el hijo) que hacía las navajas "de memoria". Sus trabajos eran exquisitos y los acabados increíbles. Recuerdo su emoción cuando hablaba del temple del acero (la "templa" decía él, en femenino) y cómo chispeaban sus ojos. Hablaba del oficio con un entusiasmo imperecedero, de quien lo domina y se siente seguro en el tema. "Yo fui el primero que puso los mangos naturales, sin pulir", me decía. Yo me encontraba a gusto escuchándolo.Hacía unos cuchillos de mango de piñas roídas por las ardillas, muy efectistas; muy bonitos, como objeto decorativo. Hasta que un día que fui por Taramundi pregunté por él en Vega de Llan y me dijeron que había muerto. Lo sentí de veras.

MANUEL RODIL
Manuel hacía cuchillos de cocina. También pude conocerlo y hablar con él y con su mujer, ya mayores. Luego tuvo el accidente, se quemó y seguí viéndolo. Una vez le encargué un cuchillo de monte. Yo no  los hago- me dijo.
_Sí, hombre, para mí harás uno.
_Y¿Cómo quieres que sea?
_ Como a ti te parezca. 
Y me hizo un cuchillo de mango de "texu" precioso.

EMILIO RODIL
Vivía en Vega de Llan. Lo conocí muy mayor, pero también muy lleno de vida. Se empeñó en enseñarme la matanza enorme que tenía curando debajo de su casa. Estaba con su mujer. Me dijo que era para las hijas. 
_Tienes que hacerme una navaja, como recuerdo - le dije.
_Ya no trabajo - me contestó. Sólo hago algo para los nietos.
_ Pues eso, como para los nietos.
_ Home, siendo así te la haré - me contestó.
Tardé en volver por Taramundi, tal vez más de un año. Fui a verlo a su casa y, como me habían dicho que su mujer había muerto,  le di el pésame. Aquel hombre tan grande empezó a llorar y me di cuenta que la vida había dejado de interesarle. Por supuesto, lo de menos era la navaja.

0 comentarios: