Cenamos opíparamente, eso es verdad. No obstante, lo verdaderamente importante era la compañía, la piña, el grupo.
Lo primero de todo tuvo lugar en la sidrería: Llegamos y degustamos el cóctel de bienvenida, convenientemente regado con unos alvariños.
En la cena propiamente dicha, el primer plato, sopa de pescados y mariscos.
Langostinos del Caribe dos salsas.
Pitu de caleya guisado con patatinos.
Brioche de almendras con mousse de orujo.
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