El ambiente familiar, la camaradería hicieron que la noche se alargara y que todo el mundo estuviera a gusto.
Después de cenar, de vuelta al "llagar", unos momentos de buenos deseos para el nuevo año y sin otros preámbulos, cada cual se puso sus galas de cotillón, dispuesto a poner la noche por montera.
Una sonrisa para la posteridad y los mejores augurios para que el año recién nacido resultara propicio.
Que no digan de ninguna que no puso lo mejor para que la fiesta no decayera en ningún momento.
Como nadie sabe la literatura que se gastará el futuro inmediato, todos hicimos piña para disfrutar el presente, como si el presente no se acabara nunca.
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