ESCUCHA EL RUMOR DEL MAR

7 de octubre de 2014

Todas las personas tienen una historia vital singular, Carlos. Y siempre supe que la vuestra no era menor.Todo empezó con aquel huérfano de Calzada de Valdunciel (Salamanca) que un día vio claro que tenía que buscarse la vida y al igual que El Quijote se dispuso a recorrer mundo, el mundo. Así fue como José Castañeda Lucas acabó recalando en el cuerpo de carabineros y así fue como un día se quedó prendado de una moza que estaba asomada a una ventana en Marbella y le dijo "tú vas a ser mi mujer " y así fue. 
Fue así como se casaron Isabel Lara Reinaldo y José Castañeda y fueron teniendo hijos en función de los destinos, con la mirada puesta siempre en Marbella como el lugar en el que terminar sus días. Y así fue.
 En Marbella nacieron Pepe, Anselmo y Manolo , este último en la calle El Peral, que los sobrevive a todos. Anita nació en La Línea de la Concepción (Cádiz); Pilar en San Roque (también en Cádiz), ambos en el Campo de Gibraltar. Tú, Carlos en San Lorenzo del Escorial (Madrid) y por último, Julio en Sabinilla (Manilva) en la provincia de Málaga, "donde los burros se asomaban a las ventanas ", según decía jocosamente tu hermano Manolo, porque el pueblo estaba en una pendiente.
¡Ay Manilva, el pueblo de las uvas pasas!¡Las mejores uvas moscatel del mundo!, según presumen los malagueños. Lo de Madrid, en tu vida fue un accidente, ya que toda tu infancia está llena de la luz y del olor del mar, de tu mar, en Marbella.Una infancia en el agua hasta que se arrugaba la piel, según nos decías una y otra vez, una infancia en el agua y en la playa.
Luego vivisteis en la Plaza de los Naranjos, junto al Ayuntamiento, con la fuente de los tres caños donde los vecinos cogían el agua desde lo alto con una caña, en la zona más vip de la localidad-como se dice ahora-, hasta que a Anselmo se lo llevó la tuberculosis con dieciocho años, por aquel empeño de entonces de no dar de beber a los enfermos... y tu madre se negó a seguir viviendo en aquella casa y os mudasteis a pie de playa, a una casa de pescadores en la primera línea, a una "casa mata", encalada de blanco, desde donde se oía el rumor repetido del mar. También los cañonazos del Baleares en aquella guerra absurda que os hizo salir de casa corriendo y con lo puesto, como tantos otros,  andando a pie camino de Málaga y donde se perdió Manolo, siendo muy  pequeño, entre la marabunta de los que huían, para encontrarlo también por el camino entre la misma corriente de personas y de desesperación que se movía en la misma dirección como la lava de un volcán. 
Te sentías especialmente orgulloso de tu padre y yo también a través tuyo, porque aquel viejo oficial fue denunciado por un compañero, humillado, degradado hasta el punto que le quitaron su pensión durante tres años.Vivisteis como pudisteis , más de la beneficencia de los vecinos que otra cosa-nos contaba tu hermana Pilar que siempre ejerció como madre-, porque había cometido "el delito" de actuar con humanidad con aquellos presos del campo de concentración que estaban a su cuidado ¡A quién se le ocurre llevarles unos bocadillos a aquellos desesperados! Pero era una dictadura y no hay mucho más que decir... y tú decías poco. Muy pocos de  tus íntimos sabían a través tuyo que jugabais con las cartas marcadas, que ni tú ni ninguno de tus hermanos podía ascender en el cuerpo por aquello. Creo que ni siquiera todos ellos lo conocían. Cuando aquel superior al que le hacías los papeles en la oficina del cuartel de Mieres , se extrañaba de que nunca hubieras tenido interés en ascender en tu carrera y te lo preguntó directamente, saliste "por peteneras" y no le dijiste la verdad ¿A quién le importa?- me dijiste en una ocasión. Nadie renuncia a su historia y tú te sentías muy orgulloso de ella.
Volviste muchas veces a tu luz y a tu mar, decías que lo necesitabas. Lo hiciste muchas menos de las que hubieras necesitado, porque claro, como le decías a tu nieto Miguel, habías sufrido "la maldición de los Castañeda", que se habían casado lejos de la tierra de su infancia: Pepe en Zaragoza, Manolo en Sevilla y tú, por eso de los avatares del destino lo habías hecho en Cabañaquinta, en el concejo de Aller, en la Asturias lejana y montañosa, recibiendo tu bautizo en aquella tierra en un invierno riguroso y con mucha nieve. 
Pasados los años yo también conocí y disfruté de aquella casa en la calle Antonio Belón, blanca por fuera y por dentro, donde todos acabábamos recalando como los dardos en una diana, con su jardín y aquella planta con unas campanillas tan grandes, tan deslumbrantes y tan hermosas que no parábamos de hacerles  fotos. Cuántos días, cuántas sobremesas con Tita Pilar contándonos historias, de la vida y de la familia, que ella, con aquella gracia tan suya, refrendaba como si fuera una sentencia buscando la complicidad de los interlocutores: "¿É azí o no é azí, Roza Pilá?" o aquel otro, "¿No é verdá Roza Pilá?".Eso sí defendía a la familia, a su familia,  como una pantera y no le entraba en la cabeza que alguien actuara de manera diferente.Y nosotros escuchábamos y nos reíamos. Y así tantas y tantas tardes en aquella casa de acogida donde cabíamos todos.
Hoy vuelves a tu playa y a tu mar, a la Playa del Faro y te volveremos a ver dando esas brazadas lentas y avanzando tanto en el agua con la sutileza de un navío. 
Diles que se callen Carlos y que escuchen contigo el rumor del mar, una y otra vez repetido como el pulso en la muñeca; cual la respiración tranquila de un ser vivo que duerme.Diles que se callen, Carlos, que tú quieres dormir acunado por el rumor del mar, de un mar que es el tuyo, que te pertenece y te pertenecerá siempre.

 Ahora que ya estás en tu mar, patrimonio tuyo y de los peces. Reclama para siempre estas aguas transparentes, condenadas a ser para siempre un lugar de encuentro, desde los fenicios y aún mucho más atrás.


 Y cuando la tristeza se nos suba a la garganta, no nos quedará otra que esperar que el susurro del agua  nos devuelva la calma.


 El puerto deportivo de Marbella ya no será para nosotros nunca igual. En la punta del espigón han puesto una atalaya con la imagen de la Virgen del Carmen.


¡Qué cosas Carlos! ¡Lo que es la vida!Tú siempre tan devoto de tu patrona, La Pilarica, poniéndote tu traje inmaculado año tras año para ir a misa y ahora tienes el amparo y la protección de la Virgen del Carmen, la patrona de los marineros. Ya sabes que en tu otra tierra, en Asturias, tiene gran arraigo popular.Incluso en algunos sitios forma parte de la letra de "La danza prima".



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