Desde el umbral de la vida
del mundo parte primera,
tan hijo de mis desgracias
nací que sin duda de ellas,
se pusieron al instante
aire, agua, fuego y tierra.
Nací en el signo de Libra
tan inclinado a las pesas (penas)
que todo mi amor se funda
en las madres venederas (venideras).
Parióme a riede (riedre) mi madre
ojalá no me pariera
pues lo propio fue parirme
y al punto caerse muerta.
Pariome en fin desollado
un burrujón en la testa,
de las nalgas muy chupadas,
pegadas las dos orejas,
la cabeza amelonada,
la frente a modo de teta
la nariz como una alcuza,
la boca como una espuerta
la lengua como un hacha,
los dientes como una sierra,
el piscuezo (pescuezo) de avestruz
el lomo a modo de bestia,
algo hundido del ombligo,
y sacada de rabera
muy junto de las rodillas,
estivado de ambas piernas,
una corta y otra larga,
una gorda y otra seca,
un pie zumbo y otro zambo,
sin pestañas y sin cejas.
Lleno de mil burrujones
y como ollas dos tetas.
De suerte que un tío mío
tuvo de botica y tienda
y de mil imperfecciones,
sacó las cincuenta esencias,
un miércoles con un martes
tuvieron gran diferencia
sobre que ninguno quiso
que en su término naciera.
Nací tarde porque el Sol
tuvo de verme vergüenza,
en una noche templada,
entre clara y entre yema,
tres maraved´çies de luna,
alumbraban a la Tierra,
que por ser yo el que nací
no quiso que cuarto fuera.
Diome León su cuartana
el Escorpión me dio su lengua,
Tauro me dio su sombrero,
y el Carnero la paciencia.
Murieron luego mis padres,
Dios en el cielo los tenga,
no se vuelvan por aquí,
a engendrar otro hijo vuelvan.
Tal fortuna por entonces
me dejaron los planetas
que pude servir de tinta
según ha sido de negra.
A penas tenía mil meses
cuando decía: ajo, nene, m,amá, papá,
tata, caca, dice el niño que venga.
El pon, pon, pon, la mocita
el voy a otras agudezas.
Pasé mientras el destete,
todo mal en cañijeras
desmectros algo repujos
tiña, sarampión, viruela,
mal de ojos y de oídos,
dientes, colmillos y muelas.
por último llega el tiempo
de ponerme a la escuela,
y aprendí en más de seis años
el Jesús, X Z
y eso que todos los días
probaba yo las correas,
y pellizcos que me daban
y golpes con la palmeta.
Probé trecientos oficios
y el mejor en mi conciencia
de todos es confitero.
Pues con mucha gracia y buena
me chupaba todo el dulce
que me iba de bareta.
Empecé a tener mis males
en el cuerpo y las potencias,
pues ello tuve tercianas,
sífilis, tiña y jaqueca.
Perlesía, tericia y asma
mal de ojos y paperas,
garrotillo, buba, setimo,
corazón con apostima.
Como a un santo, de milagro,
me sacan por las aldeas
y luego al punto que salgo
todas las mieses se secan;
y si me envían por propio
me llueve de tal manera,
que lo que ando en un día
viene a ser ni media legua.
Luego al instante me vuelvo
y aunque me de mucha prisa
hallo muerto aquel sujeto
al que- y llevo la respuesta.
Una vez que me dio gana,
de echar una espada prieta,
me dieron un botonazo(bastonazo)
que me quitaron seis muelas.
Una vez que fui a cazar
se reventó la escopeta
y por matar el conejo
del tiro mato una perra.
Una vez que fui cochero
y servía a una marquesa,
jamás le montaba una mula
que no se cayera muerta.
Una vez hice calzones
con sus cuatro faltriqueras
y se me hicieron pedazos
sin echar un ochavo en ellas.
Si voy a alguna función
y salgo muy tarde de ella,
por cualquier calle que eche
siempre la ronda me encuentra.
Y si quiero salir bien,
bien me cuesta la peseta,
agua me falta en la calle
y lo hallo en la taberna.
Que mis placeres y el vino,
son aguados donde quiera.
Deseo tomar oficio
y sé de cosa muy cierta,
que si aprendo a calcetero
sabrían andar en sin piernas;
y si fuese monterero
nacerían sin cabeza,
Si estudiase medicina,
aunque es corrida creencia,
por que no curase yo
no habría persona enferma.
Aciértanme los meados
que echan los frailes por celdas,
y si por suerte me curo,
las curas todas me yerran.
En otros toros que hubo
me subí a una azotea,
para estar allí seguro
donde el juez manda y ordena.
Que a todos los agarrantes
que los que hay en la azotea,
que los metan en la cárcel
yo me escuché la contienda.
Me descolgué por un palo
y caí sobre unas viejas,
a empellones y a pellizcos
me acribillaron las piernas.
De noche soy parecido
a todos cuantos esperan
par molerlos a palos,
y lo llevo con paciencia;
aunque encerrado en mi casa
me esté, o por allí afuera,
arman quimera al instante
sienten de mí una querella.
Y en pillándome en la calle
me zambullen en la tierra,
si llevo linterna o hacha
o se me apaga la vela.
A la vuelta de una esquina
alguno viene con prisa,
se la meto por la cara
y tengo camorra cierta.
No hay sordo que no me oiga,
ni ciego que no me vea,
ni rico que no me pida,
ni pobre que no me ofenda,
ni camino que no yerre,
ni juego en que yo no pierda,
ni amigo que no me engañe,
ni vieja que no me quiera.
En mí lo picado es roto,
lo raído desvergüenza,
cuando hay gorro no hay sombrero,
cuando hay zapato no hay media,
cuando hay novia no hay dinero,
cuando hay dinero querella.
Siempre lleno de desdichas,
siempre lleno de miseria,
la sal no me alcanza al agua,
los vecinos me desprecian.
El que me debe no paga,
y si lo pido lo niega.
En fin, tal es mi fortuna,
y mi suerte tan adversa,
que aún sepultado discurso,
no estoy seguro en la tierra,
y una niña que me quiere,
y yo me muero por ella,
ni ella puede hablarme a mí,
ni yo puedo hablarle a ella.
Si me río ella se ríe,
si yo lloro llora ella,
si yo canto echa a cantar,
y canta semana y media,
si la pido me da gritos,
si la pego se está quieta,
si ando sin capa anda a cuerpo,
y si me pierdo la encierra.
Válgame por Dios señores
y qué de males me cuesta,
quiera Dios que tú me sufras,
quiera Dios darte paciencia.
Para que en lazos estrechos,
me entregues en esta prenda,
y así tener esperanza,
y vivir con experiencia.
De que tal vez la fortuna
suele dar vuelta a la rueda,
que no ha de estar siempre el diablo
metido tras una puerta.
( FIN)
Fuente: Anita Alonso
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