D. Leandro Pérez Avello en Coballes, sobre el viejo puente que cruzaba el Nalón antes que viniera el pantano. Algunos tenemos los ojos acostumbrados a esta imagen y por eso nos conmueve.
A la derecha de D. Leandro se tomaba la carretera para Caliao. Esta foto es un trozo de nuestra historia vital, ya que ahora hay otro puente elevado por encima de éste, los edificios del fondo han desaparecido con la carretera y ni siquiera el paisaje "de naturaleza" es el de entonces porque ahora es mucho más selvático, más boscoso. Falta la mano del hombre que dé sentido a cada árbol, que desbroce los matojos, que lo convierta en algo "ajardinado".
De D. Leandro baste decir que se agranda su figura a medida que pasa el tiempo, que echó tanta generosidad y quiso tanto a esta tierra y a esta gente que no puede más que estar agradecida.Ejerció su ministerio en la parroquia de Caliao (1953-1964) y aquí murió víctima de un infarto, no sin antes haber traído los nuevos vientos del Concilio Vaticano II, haber aguantado las denuncias infundadas de quienes no querían ningún cambio, haber preferido un destino pobre y alejado antes que otro más cómodo en Oviedo, haberse implicado en la vida de la gente de tal manera que supo ganarse su respeto, su admiración y su cariño. Tuvo el mérito indudable de ganarse a todos aquellos mozos tan "zurdos" (traviesos) y sacar de ellos lo mejor que tenían.
Sólo hubo una cosa en la que chocó con los vecinos: No quería que se segara ni que se "acarriara l'herba" los domingos. Y claro está...¡Le hacían trampas!
Sentada en el quicio de la puerta, recuerdo a tía Tita (Felicita Calvo) llorar su pérdida el día de su fallecimiento.
Sólo hubo una cosa en la que chocó con los vecinos: No quería que se segara ni que se "acarriara l'herba" los domingos. Y claro está...¡Le hacían trampas!
Sentada en el quicio de la puerta, recuerdo a tía Tita (Felicita Calvo) llorar su pérdida el día de su fallecimiento.
Fuente: Manolín Poli
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