PIEDRAS

11 de junio de 2013

Siempre me sentí atraído por la piedra, con igual fuerza por una obra de cantería anónima y menor que por la de autor, digamos de una catedral. Disfruto viendo un lienzo hermoso de caliza, absolutamente bien trabajado, como es el del caso que nos ocupa. Admiro la maestría del cantero, y digo "maestría "en sentido gremial, medieval, como el más alto grado que se podía alcanzar en una profesión. Por eso me gusta tanto la palabra "maestro", que lleva implícita toda esa carga de dominio profesional, tan denostada por otra parte en la actualidad por más que aún conserve su significado primigenio en el mundo taurino y en el de las bellas artes.Sin salirme del muro de la imagen, (los de Caliao decimos "muria", en femenino), tan bien trabajado sin buscar nada fuera de lo natural: piedra y barro y con unos medios tan escasos: un "martiellu", "un futrón" y un cordel,(para un dintel también usaban la maceta y el "punteru", pero no es el caso),  me parece un trabajo admirable.Darse una vuelta por Caliao es sentir cercana esa fuerza anónima del trabajo bien hecho, de lo singular; es sentir el talento a flor de piel en cualquier esquina, es seguir creyendo en la fuerza creadora del hombre como motor de cambio del mundo...y lo digo ahora, cuando cualquier telediario únicamente habla de una timba de ladrones.

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