LOS FLÓREZ DE QUIÑONES (II)

21 de enero de 2014

María Flórez
Esta es María Flórez. Quiero pensar que sea una hermana de los anteriores, es decir, que sea una hija de D. Vicente Flórez de Quiñones y Rodríguez. Tengo que seguir investigando. Supongo que haya mandado esta foto a mi abuela Aurelia. De ser así, por la fecha, mi abuela contaría a la sazón 20 años, pues había nacido en 1888.
Los únicos datos de que dispongo, figuran en el reverso de la propia fotografía, que cuenta con el siguiente texto:

Curueña 17 de Octubre de 1908
Para cumplir tu deseo y demostrarte el cariño familiar que te profesa,
te envía este recuerdo tu prima
María Flórez
Cuando mi madre tenía la memoria bien, me contaba anécdotas y cosas de "los de Curueña", como que eran muy religiosos. Esto es absolutamente cierto, porque "mio güela" Aurelia, que también lo era, conservaba su misal dedicado por ellos, de aquellos tiempos. También me contaba que habían querido envenenar al tío Juan "con cuayada", pero como sospechó se la echó al perro, el cual había muerto porque la había probado primero. De modo, que en el jardín de la casa, le habían hecho un monumento, con una inscripción que decía entre otras cosas: 
"Yo soy el perro Pichón.
A mí me mató mi amo..."

No sé más porque no me preocupé de escribirlo cuando mi madre disponía de una memoria como un archivo. Yo pensaba que siempre iba a estar ahí...¡Qué pena!

Serafina Calvo Díaz y su hija Aurelia Calvo Calvo
Es una imagen muy hermosa. Bueno, qué voy a decir yo. De mano es todo un tratado de la manera de vestirse a finales del S.XIX y principios del XX. Tanto mi bisabuela Serafina, como mi abuela Aurelia, frecuentaron la casa de Curueña. Mi abuela Aurelia, pasó temporadas allí con el tío Juan.
En una ocasión en la que mi abuela había venido de allí, le mandaron en casa ir a El Sabugal, por si "había muncha fueya p' allimpiar". Cuando llegó a casa y le preguntaron cuánta había, ella contestó: "alguna sí, mucha no" y los hermanos, como hablaba castellano, "hablaba finu", se rieron de ella.
También me habían contado que en una ocasión, uno de los tíos se atragantó comiendo. Mi abuela llamó a la Virgen de Covadongay le dio una palmada en la espalda. Como quiera que sea que salió el bocado, la llevaron de aquella a Covadonga (que debió ser la única vez que fue) y también a una corrida de toros a Gijón. Pero  " a mio güela non-y gustaren los toros y puénxose mala. Tevo que salir de la plaza"

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