Toribio junto a la iglesia, caminando por la antigua bolera. |
Toribio Poli Miguel, Toribio "el carteru", era uno de esos personajes emprendedores que asoció su vida con el intento de romper el aislamiento que la historia impuso a Caliao, en razón de su difícil orografía. Uno ya es lo suficiente mayor como para recordar los sucesivos camiones mixtos que lo mismo ofrecían sus servicios para llevar a la gente a una boda, como para llevar a personas y ganado a una feria. Y lo bueno del caso ya son los recuerdos, porque, claro, como tuve la oportunidad de merodear "en torno al camión de Toribio" tantos jueves "de mercáu" en Pola de Laviana que recuerdo muy bien aquel paisanaje, tanto los habituales como los esporádicos. Entre los habituales estaban Visita Prado de Buspriz, que era la que surtía a mi madre de lo que necesitaba ( Ellas se entendían mediante el trueque y lo hacían tan bien que mi madre, cada vez que me habla de ella, pone en el lugar más alto su seriedad). También estaba entre los asiduos Benedicta Traviesas de Caliao, que bajaba de Caliao todos los jueves con su producción de "quesu casín , quesu que-y quitaben de les manes namás llegar a la Pola". Eran aquellos tiempos en los que la administracción no hacía nada, pero tampoco se dedicaba a poner trabas a los emprendedores que querían trabajar. Sería imposible imaginarlo hoy día, y lo digo con pena, porque empezando por el carnet de manipulación de alimentos y siguiendo la cadena, cabría pedirlo también a "los que-y vendín les cuayaes a Benedita, que como todos sabemos non tenia vaques. Iguábase con aquela máquina de rabiliar tan original col rabil de fierru". Es decir, que su actividad resultaría imposible, como también lo sería la de "toes aquelles muyerines que vendín mantegues y otres coses de comer de producción casera". Lo malo es que a renglón seguido llenamos la boca con la cultura emprendedora, como una de las formas de romper la tiranía que esta cultura económica tan global nos impone, como una manera de ser capaces de salir del marasmo.Tanto Visita como Benedita se dedicaban al comercio minorista y a realizar toda clase de encargos sin otro registro que no fuera su propia memoria.
De los esporádicos cabe hablar de un ramillete variopinto que lo mismo bajaba al mercáu a comprar que a vender: Los que lo hacían con "los gochos" cuando llegaba la hora o los que subían un "xatu p'aponer". Los que mirábamos el espectáculo no nos aburríamos viendo cómo los metían en aquellas jaulas exteriores a modo de conejos y a las personas que se arremolinaban alrededor de Toribio, lo mismo para ayudar que para estorbar. Y qué decir de los tardones y de los chistes que tenían que encajar, porque hasta que no llegaban no se arrancaba y así en todas las paradas. Esta película era todos los jueves en el mercáu de la Pola y los lunes en el de Infiestu, aunque de estos últimos yo no tengo experiencias. Las mías se reducen a La Pola. Por decirlo con palabras de mi querida Emilia Gonzalo, cargadas de fundamento, " a mí apañóme munches veces d'embaxu" (me llevó muchas veces) cuando combatía como podía el desarraigo de salir del pueblo junto a su hijo Francisco, en aquel vertiginoso año de 1970 y se nos llenaba el mundo cuando veíamos a un vecíno, como recuerdo me pasó a mí cuando vi a José Prado y empecé a llorar. Luego está lo de las averías y ver a Toribio usar la imaginación como la herramienta más poderosa, en la que era un verdadero "MacGyver", eso sí con alambres y soluciones de emergencia que se convertían en definitivas hasta la avería siguiente. Y esta historia con los sucesivos camiones que se iban modernizando con el paso del tiempo, hasta llegar al último, que bajamos a conocer desde la escuela, en tiempo de recreo, como aquel personaje de García Márquez que fue al circo con su abuelo a conocer el hielo. ¡Qué tiempos aquellos!
Fuente Marisa Poli Díaz
2 comentarios:
Este blog siempre despierta un montón de cosas sonrisas complejidad, añoranza, agradecimiento,y sobre todo que no se nos olviden cosas muy lejanas en el tiempo.M G
El Curubal. Allí es adónde mi padre iba a nieros! Como decía la poesía que su maestro Toribio le había hecho a él y a su primo Luis Vega, hijo de Xuan Francisco Vega.
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