Es una imagen memorable, con todo el encanto que cabe pedirle a una fotografía. Como tantas otras, es una imagen de ida y vuelta: Cruzó el océano, haciendo la singladura rumbo a Buenos Aires, para hacer el viaje de vuelta, no sabemos de qué modo, pero en formato papel. El cuño donde fue revelado así lo confirma: "Laboratorios Quilmes. Foto Clarín". Por lo demás representa una comida en armonía.
También tiene en el reverso una dedicatoria: " Para Manolín de Valquemáu". Nadie sabe quien se la mandó, por más que nos inclinemos a pensar que fue Emiliano Fernández. Los de mi generación y los mayores que nosotros, lo recordamos siempre ejerciendo el oficio de "asaor", que habría traído de Argentina. En mi caso personal, también de verlo y tratarlo "cuando íbamos a l'herba a Pedrán", donde también iban ellos. Al parecer a él se debe el haber hecho popular los asados de los corderos a la estaca.
La imagen está en mis manos gracias a la generosidad de su hija Lola Calvo, de La Felguerina, que quiso compartirla.
Está sacada en un lugar de Caliao no identificado totalmente, aunque me parece que debe ser "co cae tía Mesilda".
Componen el grupo humano, empezando por la izquierda, Emiliano Fernández (el hermano de Josefina Fernández, que habría venido a la sazón de Bs. As. Me cuenta Graciano Aladro Calvo (un nietu de Manolín de Valquemáu, hijo de Óscar y Julia) que en la época en la que se tomó la fotografía, habría dormido con ellos en su cabaña de Castiellu Bayegu, para ir al llagu Ubales al día siguiente y que los habría provocado mucho tanto a él como a su hermano Óscar. Le sigue Lorenzo el de Ángel de Marcelino (Lorenzo Glez. Traviesas), Manolín de Valquemáu, Emilio Piñera Aladro, Ángel Alonso Gao, José Ramón Glez. García (de los Ferreros), Jesús Armayor Aladro, su hermano Millán, Antonio Alonso Gao (de los de La Portiella), Germán Calvo Calvo y Juanín el de Palmira (Juan Martínez Glez.).
La mesa está puesta para la ocasión, sin grandes alharacas; aunque para los comensales no le faltara de nada. Vemos un balde de aluminio, seguramente que para la lechuga y una "cuayada" grande para los que ya andan con los postres. La bota de vino la trae Manolín en la mano y por lo demás, mucho café para los muy cafeteros.Terminan de redondear la escena los perros. Son dos perros grandes, como los que aparecen en las pinturas de los clásicos; yo en este momento estoy pensando en Las Meninas de D. Velázquez, una de las obras más universales de la historia de la pintura.
Me cuenta Juanín el de Palmira, que eran los perros de José Fernández y que "pa aquel asáu, los Milios ya habín traíu un carru bebida desde pela mañana."
Me cuenta Juanín el de Palmira, que eran los perros de José Fernández y que "pa aquel asáu, los Milios ya habín traíu un carru bebida desde pela mañana."
Fuente: Lola Calvo, hija de Manolín de Valquemáu.
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