Una buena combinación: lo cálido y lo frío, viendo pasar el tiempo. Una aldaba de fragua, muy probablemente fabricada en Caliao. Hierro y madera, seguramente en una compañía que abarca mucho más que un siglo. Viendo con indiferencia tantos amaneceres, ya sea con viento, nieve o lluvia.
Si alguien pudiera dotarla de vida, de modo que pudiera devolver la mirada como si fuera un espejo, es muy probable que al último que viera pasar fuera a mí mismo...pero seguiría con una sucesión de caras que podrían contar su propia historia. Casi con una sucesión lo suficientemente grande para conformar un pueblo. Pensemos que hubo un tiempo en el que era una puerta de la antigua rectoral de Caliao.
De todas formas algo de ser vivo tiene, porque sabe mantener con enorme dignidad las cicatrices del paso del tiempo. Constituye un conjunto que sabe llevarlo bien; en su propio envejecimiento reside su belleza. Y el aliento necesario se lo dan los ojos del que mira.
Clavos de fragua con una incisión en forma de cruz, que a buen seguro no era casual. Tal vez llevara impresa a martillazos el mismo carácter protector de animales y personas que llevan esas otras cruces en los dinteles de las puertas de las casas y las cuadras.. Cruces que tienen un mucho de mágico y ritual, o en todo caso el espectro de una religiosidad primitiva.
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